Son dos conceptos de los que se discute mucho pero muchas veces es complicado saber la diferencia entre los dos conceptos o cual es la situación más adecuada para un país. Para poder responder a esta cuestión es importante entender ambos conceptos.
¿Entonces, cual es peor para el funcionamiento de un país?
La inflación es aquello cambia los precios a mayor en un país, es decir, hace que suban. En este proceso se ven perjudicados tanto los bienes como los servicios, y supone una subida de precio de los mismos, por lo que con el paso del tiempo, con el mismo dinero puedes adquirir menos. Una manera sencilla de explicarlo es decir que el dinero vale menos, porque puedes obtener menos con él. Lo que hoy cuesta 10 euros al final del año puede costar 11 euros con una inflación del 10%, por ejemplo. Esto debe ir acompañado con un cambio inferior en los salarios para poder llamarlo inflación.
La deflación es el proceso inverso, los precios son cada vez más bajos por lo que podemos decir que nuestro dinero vale cada vez más. En un principio esto puede parecer una realidad más positiva que la inflación, pero a diferencia de lo que parece la deflación es tan o más peligrosa que la inflación.
Distintas evoluciones, distintas consecuencias: inflación y deflación
La deflación muchas veces viene dada en un contexto de crisis como la que hemos vivido en los últimos años. Cuando la crisis explota y los precios bajan hay muchas consecuencias para la economía del país en general. Esto trae consigo una ola de bajadas, no solo de precios, sino de salarios, con ello el consumo y por ello la producción. Esto es, hay menos empleabilidad lo que hace que suba el número de parados y empeoren las economías tanto familiares como empresariales.
La manera en la que medimos si un país está pasando por una época de inflación o de deflación es prestando atención al IPC o índice de Precios al consumo. El indicador controla el nivel de los precios y su evolución, utilizando una referencia fija. Un índice positivo significa inflación mientras que uno negativo es señal de deflación. Si por ejemplo contamos con un IPC de 3% significa que el valor de las cosas ha subido un tres por ciento.
El mejor punto para un país es una subida de precios que pueda ser sostenida por una subida salarial pareja. Es decir, un país en crecimiento. El escenario ideal es una inlación leve, un poco superior a cero.